lunes, 1 de septiembre de 2008

Alone


Lo miré. Él me miró. No le dije nada. Él tampoco me dijo nada. Entonces decidí prolongar el silencio. Él no lo interrumpió. No le quité la mirada. Él también insistía. De pronto pareció que iba a decir algo, pero no. Seguía mirándome en silencio. El silencio se veía, pestañar era traicionarlo un poco. No me sonrió. Yo tampoco. Un ruido de la calle atento contra nosotros. Esta relación que se estaba dando, podía terminar si alguno de los dos sucumbía ante la tentación. Fue difícil, pero lo logramos. Seguíamos mirándonos a los ojos. Había hondura en su mirada. Todo era perfecto. Me puse de pie lentamente. Él también. Nos sentamos a la misma mesa. Y comenzamos a arruinarlo todo.

No hay comentarios: